Luego de la eliminación total de sistema de aguas servidas Umiña, derrocada por la Alcaldía Ciudadana y la empresa Aguas de Manta, acabando con este foco de contaminación que degradó la playa El Murciélago durante las últimas 2 décadas; los mantenses ya disfrutan del notable cambio que, en apenas 15 días, se percibe y observa en este balneario.
Nosotros estamos muy agradecidos por lo que se ha hecho; antes era insoportable el olor, porque todos los días teníamos reboses, que hoy ya no existen, menciona Víctor Traverso, quien diariamente camina por el lugar.
Lo peor que le pudo pasar a Manta fue haber puesto esa estación aquí, y lo mejor que ha pasado en la actualidad, es el derrocamiento de la estación, una excelente decisión de la Alcaldía en nuestros 100 años de vida cantonal, añade.
Para Fabrizio Vera, representante de EcoPlayas, este ha sido un requerimiento y una demanda de la comunidad. Manifiesta que “al quitar esa porquería que teníamos aquí, la playa se ve diferente, ya no apesta”.
El sector turístico, también resalta el resultado de este importante paso en la lucha contra la contaminación, que lleva adelante la Alcaldía Ciudadana.
Zaida Peñafiel, gerente del hotel Manta Host, destaca que la demolición de Umiña era algo que Manta necesitaba. Recuerda que, por años, para los operadores turísticos fue difícil promocionar la playa El Murciélago; la decisión de derrocar la estación aporta no solo a las empresas turísticas, también aporta a una mejor calidad de vida para los mantenses.
Ahora todas esas aguas, son canalizadas a la moderna estación de aguas residuales, Centenaria, que puso en marcha esta Alcaldía, con una proyección para los próximos 25 años; construida en tierra firme, fuera de la playa a 10 metros sobre el nivel del mar.
En total, durante el derrocamiento, se retiraron unas mil toneladas de escombros. Hoy la playa luce despejada, sin la vetusta edificación, sin reboses de aguas servidas; el suelo quedó nivelado y se reubicó la piedra escollera para la protección de los taludes.
La vieja estación Umiña ya no existe y paso a ser un mal recuerdo en la historia de los mantenses, que hoy caminan sonrientes por
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